La matanza del viernes en París fue preparada en Bélgica y de ese país partieron buena parte de los integrantes del amplio comando que la cometió.
También de ese país partieron los tres coches utilizados por los yihadistas. Y a Bélgica regresó uno de los presuntos cabecillas del grupo. Varios de ellos estaban fichados por la policía belga. Algunos habían estado en Siria, pero fueron dejados en libertad tras regresar a Bruselas. El Gobierno francés y sus mandos policiales han expresado sus quejas por “los fallos de seguridad” registrados.
El supuesto cerebro de la matanza, el belga Abdelhamid Abaaoud, es considerado un alto mando del ISIS en Siria y, según informaciones coincidentes de la policía y de él mismo, ha podido regresar varias veces a Bélgica sin ser controlado por la policía. Ahora es buscado en Francia. El espectacular asalto policial y militar del miércoles en el parisino barrio de Saint-Denis tenía por objeto la caza de Abaaoud.
La fiscalía ha asegurado que no se encuentra entre los ocho detenidos en la operación y aún no ha confirmado si es uno de los tres terroristas muertos, uno de ellos “una mujer joven” que se hizo estallar un cinturón con explosivos. “Si Abaaoud ha podido circular desde Siria para venir a Europa y a Francia, hay fallos en nuestro sistema europeo”, ha declarado este jueves a la emisora France Info el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius. Aunque no ha mencionado expresamente a Bélgica, fuentes policiales sí han comentado su desconcierto por esos fallos de seguridad en Bélgica.
Abaaoud se instaló en Siria hace años. Fue de los primeros combatientes extranjeros en llegar. Una publicación del ISIS difundió unas supuestas declaraciones suyas en las que contaba que había logrado escapar a un cerco policial belga tras un tiroteo. Había viajado de Siria a la ciudad belga de Verviers, donde el 15 de enero murieron dos yihadistas en un tiroteo con fuerzas de seguridad.
La policía sospecha que Abaaoud ha viajado en otras ocasiones a Bélgica y que ha instigado varios atentados, como el ametrallamiento en agosto en el tren Thalys entre Ámsterdam y Bruselas, o el frustrado ataque a dos iglesias en París en primavera.
Los hermanos Salah e Ibrahim Abdeslam, también belgas, participaron activamente en la matanza del viernes tras viajar a la capital desde Bruselas. Ibrahim, que se suicidó en el bulevar Voltaire, intentó viajar a Siria en enero. Turquía lo impidió. A su regreso a Bélgica, la policía interrogó a los dos hermanos. Se les dejó en libertad. “Sabíamos que estaban radicalizados y que podrían ir a Siria, pero no parecían ser una amenaza. Incluso si lo hubiéramos comunicado a Francia, dudo que pudiéramos haberlos frenado”, ha reconocido el portavoz de la fiscalía belga a la agencia France Presse. “No mostraban signos de constituir una posible amenaza”.
La policía francesa también reconoce haber tenido fallos de seguridad. Pero el más relevante lo achaca de nuevo a Bélgica. Tras participar en la matanza del viernes, Salah Abdeslam regresó a Bélgica el sábado por la mañana por carretera. En la frontera, el coche en el que viajaba con dos individuos fue parado por policías franceses. Los tres fueron identificados y la policía les dejó pasar. “Bélgica no había incluido a Salah en el fichero de individuos sospechosos de Schengen”, afirman las fuentes policiales en París.
En las cámaras de seguridad de la autopista entre Francia y Bélgica se observa el Volkswagen Golf en el que viajan Salah y otros dos individuos en dirección a Bruselas. Luego, vuelve a verse el coche en dirección opuesta, en teoría porque ya habían dejado a Salah en su destino. La policía belga ha detenido e interrogado a los dos acompañantes. Han dicho que Salah les llamó y les pidió que acudieran a París para buscarle.
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