domingo, 10 de enero de 2016

Protestas en Brasil por la subida del precio del transporte, terminan con grandes disturbios.

Las protestas convocadas este viernes contra el aumento de las tarifas de transporte en las dos principales ciudades de Brasil, São Paulo y Río de Janeiro, terminaron con graves disturbios. En ambas ciudades los actos comenzaron pacíficos y reunieron partidos políticos de izquierda, estudiantes y movimientos sociales, pero acabaron repitiéndose escenas ya habituales en las manifestaciones contra el encarecimiento del billete de autobús y de tren: la policía disparó bombas de gas lacrimógeno y agredió manifestantes mientras que jóvenes con el rostro cubierto destrozaban autobuses y oficinas bancarias y montaban barricadas. En São Paulo, donde ya se ha convocado una nueva manifestación para el próximo martes, fueron detenidas 17 personas y hubo varios heridos, entre ellos policías y activistas. En Río, un grupo de manifestantes atacó a policías con cócteles molotov y piedras. Los agentes respondieron con bombas de gas causando el pánico en los alrededores de una de las principales estaciones de tren de la ciudad. En Belo Horizonte (Minas Gerais), donde también hubo marchas, las protestas no registraron incidentes.

El Movimento Passe Livre (MPL), un colectivo de activistas del transporte urbano, fue el principal impulsor de las manifestaciones y ponía a prueba con ellas su poder de convocatoria tras el anuncio de los aumentos de las tarifas en la primera semana del año. La convocatoria de estas quejas inquietaba al Gobierno porque trae reminiscencias de lo ocurrido desde 2013. El MPL fue el responsable de las multitudinarias protestas que se produjeron en todo Brasil aquel año. Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, clamaban contra la subida de los precios del metro y el autobús, pero, a medida que su poder de convocatoria y su eco mediático crecieron, fueron sumando banderas, como la mejora de la calidad de la educación y la sanidad pública o las críticas a los gastos que conllevó la organización del Mundial de 2014 y que supondrán los Juegos Olímpicos de este año. La represión violenta de la policía, especialmente en São Paulo y Río de Janeiro, hizo crecer el descontento y las críticas a la clase política en general.

Brasil empieza 2016 sumido en una profunda crisis económica y política. La primera fue confirmada, una vez más, este viernes, con la publicación de los datos de inflación de 2015: los peores en los últimos 13 años y cuatro puntos por encima de las previsiones del Gobierno. La crisis política, centrada en el proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff y los constantes casos de corrupción de todos los partidos, está en pausa hasta marzo debido al receso del Congreso de los Diputados y de la Justicia del país. Pero las movilizaciones contra la subida de los precios del transporte público amenazan con reavivarla.

De São Paulo a Río

La subida de tarifas en São Paulo fue anunciada a finales de año por el alcalde Fernando Haddad (del gobernante Partido de los Trabajadores, PT) y el gobernador del Estado, Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). El precio del billete de autobús, tren y metro subirá de 3,50 reales (casi 90 centavos de dólar) a 3,80 reales (cerca de 95 centavos de dólar) a partir de este fin de semana.

El MPL de São Paulo criticó la medida a través de un comunicado: “Los intereses del gobernador y del alcalde están al lado de los empresarios de transportes y sus logros, y no con la población, aquella que sufre diariamente en un transporte abarrotado y cada vez más caro”. Y se preguntó: “¿Por qué, en un momento de crisis, la salida es volver aún más excluyente un sistema que ya deja a mucha gente fuera, para garantizar que quien ya tiene mucho siga ganando?”.

La anterior subida de las tarifas en São Paulo se produjo hace un año y entonces el MPL también salió a la calle, aunque las protestas acabaron marchitándose. Esta vez, sin embargo, a los actos se unieron los protagonistas de una gran movilización exitosa de 2015, la de centenares de estudiantes, la mayoría menores de edad, que consiguieron paralizar el cierre de 92 escuelas tomando los centros educativos y las calles durante semanas.

En Río de Janeiro, el Ayuntamiento también anunció un aumento de 3,40 hasta 3,80 reales, en las tarifas de autobús y los viajes en trenes y barcas, gestionados por el Estado, también se encarecieron. En enero de 2015, la ciudad ya había subido el billete de 3 a 3,40 reales bajo la promesa de instalar aire acondicionado en todos los autobuses. El objetivo no fue cumplido, y hoy solo el 58% de los autobuses están climatizados. Tanto el Estado como la ciudad de Río están gobernados por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), aliado de la presidenta Dilma Rousseff.

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