La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó en el 2013 que la contaminación del aire es cancerígena para los humanos.
En China, donde los cielos grises son uno de los mayores problemas medioambientales, varios estudios intentan estimar el impacto sobre los ciudadanos de esta exposición prolongada a partículas nocivas. Todos concluyen que la polución es una de las principales causas del aumento de casos de cáncer de pulmón y otras dolencias respiratorias en el país. Un nuevo informe, esta vez centrado en los efectos sobre el corazón, indica que el gigante asiático podría evitar 923.000 muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares en los próximos 15 años si sus ciudades tuvieran un aire aceptablemente limpio.
El estudio, elaborado por la Asociación Americana del Corazón, estima que si China llegase a controlar las partículas en suspensión PM2,5 (las más pequeñas y dañinas para la salud por su capacidad de penetrar directamente en los pulmones) a un nivel "razonable", se reducirían en un 2,7% las muertes por ataques de corazón y un 7,2% las provocadas por enfermedades cardiovasculares.
Estos resultados se basan en el escenario de que se alcanzara un nivel de 55 micras por metro cúbico, similar al registrado durante los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, cuando las autoridades cerraron fábricas, limitaron la actividad del sector de la construcción y restringieron severamente el tráfico de la ciudad. En la actualidad la media anual de la capital china es de 86 micras por metro cúbico y la conjunta de todas las zonas urbanas del país es de 62.
La investigación también analiza la hipótesis de que China consiguiera que la calidad del aire sus ciudades fuera excelente, es decir, que la concentración de partículas PM 2,5 no superara la media anual de 10 micras por metro cúbico (el estándar recomendado por la OMS). En ese caso, las vidas salvadas solamente por problemas de corazón superarían a los 5,8 millones en los próximos 15 años. Es, de hecho, una medida más efectiva que si se reducen a la mitad los fumadores activos y pasivos (en este caso se evitarían dos millones de muertes) o si se controlara la hipertensión (3,58 millones).
La grave contaminación del aire en China es uno de los legados del rápido desarrollo económico del país durante las últimas décadas. Las principales causas de los cielos grisáceos son los gases procedentes de las industrias —los estándares son menos exigentes y el cumplimiento de la ley es vago— y de los motores de los vehículos en las grandes áreas urbanas. A todo eso hay que sumar el hecho de que el carbón es la principal fuente de energía del gigante asiático: según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, en 2013 este mineral cubrió el 66% de la demanda energética, seguido del petróleo (18,4%), las energías renovables y nuclear (9,8%) y el gas natural (5,8%). Esto se explica por la abundancia de este recurso en el país y su relativamente fácil y barato proceso de extracción.
El problema se agudiza durante los meses de invierno. Con la puesta en marcha del sistema de calefacción público, alimentado por carbón, el frío norte del país vive permanentemente bajo una capa de contaminación que solamente se dispersa cuando sopla el viento. De hecho, un informe elaborado por especialistas en China, EE UU e Israel concluyó que los habitantes que viven en la parte septentrional tienen una esperanza de vida 5,5 años inferior a los que residen en el sur del país solamente por el hecho de respirar un aire más sucio.
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