Las encuestas sitúan a Daniel Scioli por detrás del opositor Mauricio Macri, aunque hay discusión sobre la distancia que les separa.
Así que Scioli ha decidido jugársela a todo o nada en el único debate presidencial, esta noche a las 21:00, hora argentina. Parece su única posibilidad de darle la vuelta a una elección que se le ha puesto muy difícil.
Aún así, algunos analistas creen que la campaña negativa que está llevando a cabo el peronismo y las últimas subidas de precios como la harina y los medicamentos, que se están produciendo como anticipo de una posible fuerte devaluación del próximo gobierno, benefician a Scioli. La última semana es clave en un país donde millones de ciudadanos deciden en el último momento su voto. Eso torna aún más importante el debate. Macri es el favorito pero aún puede perder.
El debate será el primero en la historia de Argentina entre los dos únicos candidatos. En 1989 hubo un intento, pero el peronista Carlos Menem dio plantón en el último momento y dejó su silla vacía.
Aún así, ganó las elecciones. Algo está cambiando en Argentina, el único gran país latinoamericano que no tenía debates. Scioli, gran favorito hasta hace tres semanas, hizo lo mismo que Menem y dejó su silla vacía en el debate antes de la primera vuelta en el que participaron cinco candidatos presidenciales. Macri, que no tenía nada que ganar allí, sí acudió. Ahora los sciolistas admiten que fue un grave error. Y Macri ha decidido aceptar un solo debate, no dos o tres como quería un Scioli que ahora va por detrás.
En los últimos días ambos han reducido sus actos públicos para preparar el debate con su equipo de máxima confianza. En el caso de Macri sobre todo Marcos Peña, su mano derecha, y Jaime Durán Barba, el asesor ecuatoriano que lo ha acompañado toda su carrera y que si logra hacerlo presidente obtendrá un éxito enorme reconocido por sus colegas del sector puesto que hace un año nadie apostaba por una victoria de Macri. Scioli lo ha preparado con su mano derecha, Alberto Pérez, y su hombre de confianza, Gustavo Marangoni, pero también con un experto español en oratoria y debates: Yago de Marta. La presencia de este asesor, especialista en golpes de efecto, ha confirmado la idea de que Scioli va a jugársela con una guerra sin cuartel para intentar que Macri cometa algún error.
El debate es pues decisivo, aunque el formato, muy tasado y con poca flexibilidad, no deja apenas lugar a graves errores. Ambos candidatos podrán preguntar al otro -al principio no se aceptaba ni siquiera eso- pero no podrán interrumpirse -la clave en cualquier debate para hacerlo más flexible- por lo que el cruce podría convertirse en una sucesión de monólogos como fue el debate de la primera vuelta con la silla vacía de Scioli.
Scioli se prepara para tratar de movilizar el voto anti-Macri, sobre todo entre las clases populares. Toda la campaña de Scioli está concentrada en convencer a ese electorado, en especial en la periferia de Buenos Aires y en el norte pobre del país, de que Macri les va a quitar lo que les dio el kirchnerismo. "Sé que algunos están enojados" dice su último anuncio de campaña, que se distancia así de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
"Pero seguro que no lo están con la asignación universal por hijo, o los planes progresar", señala centrándose en los grandes planes sociales del kirchnerismo.
Los dos contendientes han calentado sus campañas electorales pensando en el encuentro de hoy. Scioli ha llegado a pedir a los electores, sobre todo a las clases populares, el granero del peronismo, para que voten "en defensa propia". Scioli necesita asociar a Macri con el ajuste y la política neoliberal de los 90 para darle la vuelta a las encuestas. Pero Macri ya prepara su respuesta en el debate. Fue Scioli, y no él, explica, quien estuvo con Menem en los 90. "A mí Menem también me llamó en los 90. Yo le dije que no, y Scioli le dijo que sí", aseguró Macri el domingo pasado. Ambos se conocen hace 30 años, pertenecen al mismo mundo de la jet set incorporada a la política. Pero mientras Scioli fue un fichaje de Menem —Internet está llena de vídeos del entonces diputado menemista defendiendo las privatizaciones—, Macri, que viene de la derecha, llegó a la política por su cuenta desde el fútbol, donde fue presidente de Boca Juniors.
"El debate será una buena oportunidad para que cada candidato explique por qué la gente lo tiene que apoyar, y para dejar en claro que el 22 de noviembre se elige entre dos proyectos de país bien distintos", insiste Scioli. Esa es su campaña, lograr que los votantes vean a Macri como "la derecha" que se opuso a los grandes hitos del Gobierno como la nacionalización de YPF y a él como un moderado que viene a cambiar el kirchnerismo desde dentro. Mientras, Macri, sentado en una ola que parece llevarle a la victoria, se concentrará en no cometer errores y evitar los ataques del rival con un mensaje en positivo hacia el cambio, la palabra que ambos repiten pero que en el candidato de la oposición tiene lógicamente más fuerza.
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