En el día de hoy, Japón, China y Corea del Sur han mantenido un encuentro de alto valor simbólico en el que las tres grandes naciones del noreste asiático han"restaurado completamente" sus lazos económicos, diplomáticos y de seguridad y se han comprometido a mantener una cooperación más estrecha en el futuro.
Más de tres años han sido necesarios para que los líderes de estos países, que juntos suman el 20% de la economía mundial, hayan dejado aparcadas sus diferencias y se hayan reunido otra vez en una cumbre a tres bandas, todo un intento por relajar las tensiones que las disputas territoriales y las desavenencias históricas han creado entre ellos.
En Seúl, la presidenta anfitriona, Park Geun-hye, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y el primer ministro chino, Li Keqiang acordaron aunar esfuerzos para lograr la firma de un acuerdo de libre comercio entre ellos, algo que supondría un impulso para una región que está viviendo un momento de desaceleración en su crecimiento.
Otro de los puntos de encuentro ha sido el compromiso de trabajar hacia la"pronta reanudacion" de las conversaciones nucleares a seis bandas sobre Corea del Norte, en las que también se incluye a Rusia y Estados Unidos. Hace poco, el régimen de Pyongyang declaró que había restaurado sus reactores nucleares y amenazó con atacar a su enemigo estadounidense con misiles nucleares.
Pero por encima de todo esto, el mayor logro alcanzado esta tarde ha sido la celebración de la reunión en sí misma.
Las tres naciones comenzaron a mantener un encuentro anual de este estilo a principios de 2008, pero fue con la llegada del 'halcón' Shinzo Abe al poder en 2012 cuando se interrumpieron. Las tensiones entre Japón y los otros dos países, que ya estaban en horas bajas a causa de sus cuentas pendientes por la II Guerra Mundial y ciertas disputas territoriales, dio un brusco giro a peor cuando en 2013 Abe visitó el santuario Yasukini de Tokio, lugar donde se honra la memoria de 2,5 millones de muertos en el conflicto, incluyendo a criminales de guerra ejecutados.
La insistencia de Abe en rendir homenaje a los caídos enfureció a China y Corea del Sur, unas posturas enconadas por la negación nipona de que haya pruebas que muestren que el ejercito japonés forzara de manera sistemática a las mujeres coreanas y otras asiáticas a servir como prostitutas a sus soldados en los burdeles que se establecieron en los territorios ocupados.
Aunque Abe no ha cedido en estos aspectos, los expertos coinciden en señalar que los tres países comparten la idea de que ya era tiempo de reunirse de nuevo y de alcanzar algún compromiso, más aún teniendo en cuenta que sus economías están cada vez más interconectadas y se necesitan la una a la otra para mejorar su situación en el futuro.
"Hemos acordado que seguiremos intentando lograr la paz y la estabilidad para la región basándonos en el espíritu de que hacemos frente a la historia con honestidad y miramos por el futuro", dijo Park en una rueda de prensa acompañada por Abe y Li. "Hemos aumentado la cooperación práctica en una serie de áreas entre las tres naciones a pesar de las circunstancias de dentro y fuera de la región" añadió.
El encuentro ha sido observado con especial atención desde los Estados Unidos. Washington quiere que Japón y Corea del Sur, importantes aliados suyos en la región, mejoren sus relaciones para hacer frente común a la creciente influencia geopolítica y económica de China. Sin embargo, ambas naciones deben mantener un complicado equilibrio entre su lealtad a Estados Unidos y su interés y necesidad de mantener buenas relaciones con China, un país fundamental que se ha convertido en el mayor socio comercial de ambas y es capital para sus economías.
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