El terrorismo ha vuelto a golpear con dureza Túnez, la cuna de la llamada primavera árabe. Una explosión en un autobús que transportaba a miembros de la Guardia Presidencial causó al menos la muerte de 12 personas y heridas a otras 11, según han informado las autoridades tunecinas.
Inicialmente, habían informado de 14 muertos. El atentado ha tenido lugar en el centro de la capital, en la avenida Mohamed V, cerca del ministerio de Turismo. De momento, ninguna organización ha reivindicado la acción, pero todo apunta a la autoría de un grupo yihadista. De acuerdo con la televisión pública, el ataque habría sido perpetrado por un terrorista suicida. El presidente de Túnez decreta el estado de emergencia durante 30 días y el toque de queda en la capital de las nueve de la noche a las cinco de la madrugada.
Túnez ya ha sido víctima este mismo año en dos ocasiones de brutales atentados a manos del yihadismo, ambos dirigidos contra el sector turístico, uno de los puntales de la economía del país. El mes de marzo, un ataque contra el Museo Nacional del Bardo, una de las principales atracciones turísticas del país, segó la vida de 21 personas, la mayoría turistas europeos. Posteriormente, a finales de junio, un terrorista abrió fuego contra la multitud en una playa de la localidad costera de Susa provocando la muerte de 38 personas, la gran mayoría turistas de nacionalidad británica. En ambos casos, el autodenominado Estado Islámico se atribuyó los atentados.
A pesar de ser un país de tradición laica y de haber sido el único país de la primavera árabe que culminó su transición, Túnez es uno de los países que ha enviado más militantes a luchar en Siria e Irak, ascendiendo a más de 3.000. Y es que el yihadismo se encuentra bien implantado en el país, en parte, por contagio de los países vecinos. De hecho, según las autoridades, el autor de la masacre de Susa, Seifeddine Rezgui Yacubi, recibió adiestramiento en Libia, un país sumergido en el caos y sin un gobierno central.
Desde la revolución del 2011 que depuso al dictador Ben Alí, al menos 80 miembros de las fuerzas de seguridad han fallecido en atentados yihadistas y otros 200 han resultado heridos. Una de las zonas con una mayor actividad terrorista son las montañas del Chaambi, en la zona fronteriza con Argelia. Como sucede en otros países de la región, existe una competición entre grupos yihadistas por liderar este movimiento: la rama local del Estado Islámico y la brigada Oqba bin Nefaa, vinculada a Al Qaeda.
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