domingo, 12 de junio de 2016

La revolución causada por Snapchat y seguidores.

Snapchat, una aplicación de mensajería efímera muy peculiar que nació en 2011, la cual ha tenido muy buena aceptación y un respaldo extraordinario, sobre todo por los teenagers.
Evan Spiegel, su creador, entró el año pasado a formar parte de la lista «Forbes» como uno de los hombres más ricos del planeta. En la actualidad, tiene solo 26 años y fruto de su juventud y experiencia, nació su empresa. Lo que Spiegel ideó era la solución perfecta frente a Facebook: una red social en la que compartir imágenes sin ser etiquetado y - lo más importante- sin que esas fotografías se queden registradas para siempre.

Así, Snapchat permite mandar fotos, vídeos y mensajes que se autodestruyen en un plazo máximo de 24 horas y cuya duración no superan los 10 segundos. Tiene solo cinco años de vida y, según la propia compañía, cuenta ya con más de 110 millones de usuarios activos cada día solo en EE.UU. Sin embargo, las últimas estimaciones que ha dado a conocer «Bloomberg» hace solo unas semanas van más allá: Snapchat cuenta con 150 millones de usuarios diarios en todo el mundo, superando así a Twitter, que tiene 310 millones de usuarios registrados pero solo 111 millones son activos. Hasta el mismo Jack Dorsey, CEO de la popular red de microblogging, reconoció lo exitosa que resulta esta «app» de mensajería efímera.

Pero aún hay más. Según datos de Comscore, compañía de referencia que mide la actividad en internet, Snapchat es ya la tercera red social favorita entre los jóvenes estadounidenses de entre 18 y 34 años (32,9%), por detrás de Instagram (43,1%) y Facebook (75,6%). Y sus principales usuarios son «millenials»: el 71% tiene entre 18 y 34 años y un 45% son menores de 24 años. Todos ellos comparten al día 400 millones de «snaps».

Es evidente que la aplicación está revolucionando el mercado. Tanto que hasta Facebook está estudiando cómo frenar su imparable crecimiento. Si bien su intentona de comprarla en 2013 fracasó, Mark Zuckerberg trabaja en la idea de hacerle la competencia. ¿Cómo? Es una incógnita aún por resolver. No hay que olvidar que hace ya tiempo que Facebook dejó de atraer a los más jóvenes. Una fuga que intentó frenar con la adquisición de Instagram en 2012.

Características únicas

Snapchat tiene el lujo de poder presumir de una serie de características que ninguna red social tiene. En primer lugar, permite a sus usuarios expresarse al momento. Una especie del «Carpe diem» en modo virtual porque nada permanece más allá de un día. Una filosofía que ha atraído a los «millenials». Cada «snap» se añade a la «Historia» del usuario de forma cronológica y puede reproducirse tantas veces como se quiera durante 24 horas, a no ser que el usuario desee eliminarlo antes.

Todo contenido que se comparte desaparece entonces sin dejar rastro. Nada permanece ni en los servidores de la compañía. De ahí su segunda peculiaridad: las historias se actualizan en tiempo real para, después, morir. Ello no evita, sin embargo, que se puedan hacer capturas de los contenidos.

La tercera de sus peculiaridades es que permite crear una especie de «ventana personal». Los jóvenes se comunican a través de ella y pueden contar día a día lo que les sucede al momento, anécdotas, chistes…Da igual el tipo de contenido. Solo importa el momento de poder compartirlo. Hay cabida para todo. Incluso para el «sexting».

La cara más amarga de Snapchat ha venido marcada por la mala práctica entre los jóvenes de compartir imágenes o vídeos íntimos animados por la autodestrucción automática. En este sentido, la Oficina de Seguridad del Internatua (OSI) recuerda que eso no evita que los usuarios puedan capturar el contenido, por ejemplo, a través de otro móvil, para después difundirlo.

Cuando el receptor realiza una captura de pantalla de, por ejemplo, una fotografía íntima, Snapchat se lo notifica al emisor. Esta funcionalidad, sin embargo, es solo informativa ya que la captura está en posesión de un usuario que puede hacer lo que quiera con ella: publicarla en internet, difundirla por las redes sociales o por WhatsApp. «Esta circunstancia pone en evidencia la falsa sensación de seguridad y privacidad que proporciona la funcionalidad de autodestrucción del contenido», insiste OSI, que que no cansa de recordar que lo mejor es no enviar contenidos que puedan afectar a la reputación digital o privacidad.

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