China puede acabar pagando los platos rotos por las provocaciones de Corea del Norte, que el domingo volvió a violar las resoluciones de la ONU y disparó un cohete que podría servir para probar un misil de largo alcance.
Justo después del lanzamiento, que el régimen del joven dictador Kim Jong-unjustificó por la puesta en órbita de un satélite espacial, Corea del Sur y Estados Unidos anunciaron que estaban estudiando desplegar «a la mayor brevedad posible» un escudo antimisiles para protegerse de la amenaza norcoreana.
Justo después del lanzamiento, que el régimen del joven dictador Kim Jong-unjustificó por la puesta en órbita de un satélite espacial, Corea del Sur y Estados Unidos anunciaron que estaban estudiando desplegar «a la mayor brevedad posible» un escudo antimisiles para protegerse de la amenaza norcoreana.
Debido a la cercanía, dicho escudo también afectaría a China, que podría encontrarse a sus puertas con un arma defensiva capaz de anular sus misiles. Este sistema, construido por Lockheed Martin y formado por baterías defensivas contra misiles que asciendan a una elevada altitud, está diseñado para interceptar y destruir dichos proyectiles dentro o fuera de la atmósfera en la última fase de su vuelo. Conocidos en la jerga militar por el acrónimo en inglés THAAD (Terminal High Altitude Area Defense), tales escudos han sido efectivos contra misiles de rango corto y medio y uno de ellos fue desplegado en la isla estadounidense de Guam en 2013, durante la última escalada de la tensión con Corea del Norte.
Críticas a EE.UU.
Por ese motivo, el autoritario régimen de Pekín se apresuró a criticar las intenciones de EE.UU. y Corea del Sur nada más anunciarse. «China mantiene una postura clara en la cuestión de los antimisiles: en busca de su propia seguridad, un país no debería minar los intereses de los demás», advirtió la portavoz de Exteriores, Hua Chunying, el domingo.
Siguiendo las directrices de la propaganda, los medios oficiales cargaron ayer contra la idea. El periódico «Global Times», altavoz del Partido Comunista, denunció en un editorial que «los expertos militares creen que, una vez instalado el escudo, los misiles chinos también será objeto de su vigilancia, lo que pondrá en peligro la seguridad nacional». Por su parte, la agencia estatal Xinhua advirtió en otra tribuna de opinión de que dicho escudo «probablemente desencadenaría una escalada regional de la tensión y provocaría un círculo vicioso, irritando a Corea del Norte, que ya se siente insegura con las políticas hostiles de EE.UU.». Además, Xinhua recordó que «China y Rusia han dejado muy claro que se oponen al despliegue de este sistema defensivo», por lo que «sería insensato que EE.UU. actuara arbitrariamente a pesar de la oposición internacional solo para llevar a cabo su estrategia como eje de Asia».
Aunque el Gobierno surcoreano se mostraba reticente a este escudo antimisiles para no airar a China, su principal socio comercial, el último cohete disparado por el régimen estalinista de Pyongyang puede haber terminado de convencer a la presidenta Park Geun-hye. «Habrá reacciones emocionales y una de ellas será reforzar el sistema de defensa de Corea del Sur. En abril hay elecciones parlamentarias y ganarán los conservadores por mayoría, lo que facilitará el escudo antimisiles. A China no le gustará, pero no podrá hacer nada», analiza para ABC Daniel Pinkston, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Troy en Seúl. Según Reuters, Corea del Sur ya ha encontrado un emplazamiento para el escudo antimisiles y EE.UU. podría traer desde su base de Fort Bliss (Texas) una de sus cuatro baterías, que está lista para desplegarse en el extranjero en semanas.
Elevando aún más la tensión, una patrullera norcoreana traspasó ayer la frontera marítima con el Sur, que Pyongyang no reconoce. Para obligarla a darse la vuelta, la Armada surcoreana efectuó cinco disparos de advertencia. Regresó, pero las espadas siguen en alto.
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