El primer día laborable en Rusia, tras unas fiestas navideñas y de fin año que han durado 10 días, ha traído consigo un nuevo hundimiento de los principales valores en la bolsa de Moscú y, sobre todo, en la cotización de la moneda nacional, el rublo. La principal causa, según los analistas, sigue siendo la caída de los precios del petróleo, materia prima que constituye el grueso de la exportación del país eslavo al resto del mundo.
El otro gran motivo de esta debacle, según acaba de admitir el presidente ruso, Vladímir Putin, tiene que ver con sanciones internacionales adoptadas contra Moscú por la anexión de Crimea y el apoyo a la rebelión armada separatista que asola las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk. En declaraciones a «Bild», el diario germano de mayor tirada, Putin ha reconocido que las sanciones están afectando «sensiblemente» a la economía rusa.
La entrevista, publicada el lunes por «Bild», ha sido también televisada por los principales canales rusos. «Al influir en los mercados internacionales, las sanciones afectan de forma sensible a Rusia», señaló el jefe del Kremlin. No obstante, según sus palabras, «el mayor daño proviene de la caída de los precios de la energía. En las exportaciones de petróleo, registramos pérdidas que no podemos compensar totalmente» con la actividad de otros sectores económicos. «Nuestro Producto Interior Bruto se contrajo en 2015 en un 3,8%», se lamentó Putin.
Según su opinión, «la reunificación de Crimea con Rusia fue justa. Las sanciones de Occidente no están dirigidas a ayudar a Ucrania, sino a reprimir a Rusia geopolíticamente. Son un sinsentido y sólo causan perjuicios en ambas partes».
El rubo sigue cayendo: está a 83 unidades por euro; hace un año el cambio era de 67 rublos por euro y hace dos de 42
El barril de Brent cayó ayer por debajo de los 32 dólares, un precio que no se veía desde hacía 12 años, y arrastró al rublo, que el lunes se cotizó a 76 unidades por dólar y a casi 83 por euro. Hace un año, por un euro se pagaban unos 67 rublos y hace dos unos 42. La devaluación de la moneda rusa está tirando para arriba de los precios, cohibiendo el consumo y haciendo que empiecen a aflorar tensiones sociales. El país se enfrenta además al alto gasto de los bombardeos en Siria.
Después de años de crecimiento continuado, incluso después de la crisis de 2008, Rusia entró en recesión justo hace un año, pero el Gobierno ruso espera que la economía vuelva a crecer este año aunque sea por debajo del 1%. Expertos citados por el rotativo británico «Financial Times», sin embargo, está convencidos de que Rusia seguirá en recesión durante 2016. En una entrevista precisamente a «Financial Times», German Gref, exministro de Economía y Comercio y actual director del Sberbank, el banco ruso más importante, no oculta que los «tres males» de la economía rusa son «los bajos precios del petróleo, las sanciones occidentales y la ausencia de reformas estructurales». El ex ministro de Finanzas ruso, Alexéi Kudrin, también lo ve negro porque cree que «el crudo seguirá barato durante mucho tiempo».
El mes pasado, durante su gran rueda de prensa anual, Putin aseguró que «lo peor de la crisis lo hemos dejado atrás», afirmación con la que no están de acuerdo Gref, Kudrin y muchos otros economistas. No obstante, el máximo dirigente ruso se esfuerza en transmitir confianza y seguridad a los rusos para evitar que termine cundiendo el pánico.
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