Cuando hace casi un año analizamos el Lenovo Yoga Pro 3 lo hicimos esperando que la promesa de los Intel Core M se cumpliera. Esos procesadores parecían plantear una revolución que no se produjo en portátiles ultraligeros, y aquel equipo, con sus virtudes, no acababa de dejarnos una sensación redonda.
Parece que Lenovo ha escuchado las críticas que hicimos -y las que hicieron los usuarios- porque el nuevo Lenovo Yoga 900 corrige casi todos los defectos de su antecesor y nos presenta un portátil convertible 2 en 1 que hereda lo mejor de la gama Yoga y que trata de competir así con una cada vez más encarnizada lucha en este segmento.
Un diseño en el que destaca la bisagra
Empecemos con las malas noticias. El Yoga 900 es más pesado y es más grueso que su predecesor. Lo es, no obstante, por muy buenas razones. El Yoga Pro 3 se centraba en la delgadez y el peso como factores fundamentales, pero eso hacía que nos encontráramos con un equipo con una batería por debajo de la media y con una potencia también con margen de mejora.
Esos dos factores se han corregido en el nuevo Yoga 900, pero para ello los ingenieros de Lenovo no han dudado a la hora de aumentar ligeramente tanto el peso del dispositivo -que sube a los 1,30 kg desde los 1,19 anteriores- y el grosor, que pasa de los 12,8 mm del Yoga Pro 3 a los casi 16 mm de este nuevo modelo.
Eso hace que el equipo no sea precisamente una "pluma", pero aún así nos encontramos con una buena apuesta y un gran equilibrio entre dimensiones, peso y prestaciones. De hecho para muchos esa lucha por la delgadez es un poco cansina -lo comentaba en mi otro blog-, y se agradece que los fabricantes tengan en cuenta que para muchos usuarios existen otras prioridades.
El diseño del Yoga 900 es similar al del modelo anterior, con una aleación de magnesio como protagonista en la carcasa superior en la que, eso sí, aparece más destacada la marca "Yoga" que "Lenovo". En la parte baja aparece un detalle curioso: los altavoces de JBL a ambos lados del equipo, que como pudimos comprobar ofrecen una calidad de sonido excelente incluso cuando colocamos el portátil en modo tablet.
Esa es precisamente una de las características destacadas de la gama Yoga, y esos cuatro modos de funcionamiento (portátil, tienda, kiosko y tablet) de los que presumían en anteriores modelos se vuelven a repetir en este caso. La bisagra con ese curioso diseño vuelve a ser estrella de ese diseño, pero además de serlo por su forma también lo es por su comportamiento, ya que su comportamiento es ejemplar.
El diseño en la parte interior tampoco decepciona, aunque sí es cierto que los marcos que rodean a la pantalla de 13,3 pulgadas son quizás algo exagerados. El teclado retroiluminado y el touchpad (con unas dimensiones de 90 x 60 mm) están rodeado por un material plástico que imita el acabado en piel, con un resultado realmente agradable y mucho más cálido que otros materiales que nos suelen "recibir" cuando comenzamos a usar ese teclado y touchpad.
Los laterales están bien aprovechados para los puertos de conexión, entre los que destaca tanto el puerto USB 2.0 -que se utiliza además como puerto de carga- como el puerto USB-C que nos permite utilizarlo para conectar el equipo, entre otras cosas, a monitores externos. Lástima que no existan controles físicos de volumen, algo que sería de agradecer sobre todo al utilizar el equipo en modo tablet.
Ese puerto USB-C suplanta al uso de otros puertos tradicionales en estos equipos destinados a conectarlos a monitores externos y es una de las apuestas que se irán consolidando a lo largo del año. La versatilidad y comodidad que aporta este tipo de conector hace que se trata de una opción muy interesante, aunque eso sí,nos obligará a hacernos con un adaptador adecuado para poder aprovechar la conexión Display Port o HDMI de esas pantallas.
Especificaciones y rendimiento del Lenovo Yoga 900
Los cambios en el exterior no se notan tanto como los que ha sufrido el interior de este equipo. Lenovo ha decidido prescindir de los procesadores Core M en este equipo para apostar por micros más ambiciosos de la serie U de la familia Skylake, algo que obliga entre otras cosas a usar una ventilación activa de garantías -el Yoga Pro 3 incluía un pequeño ventilador a pesar del Core M- a lo que además hay que añadir la presencia de una batería notablemente superior en capacidad.
En esas especificaciones hay otros apartados destacados, como el uso de unapantalla IPS multitouch con resolución 1440p que vuelve a destacar por su fantástica calidad y definición, algo a lo que ya nos tienen acostumbrados los equipos de Lenovo. En exteriores esa pantalla sufre en su brillo y contraste, pero es difícil que una pantalla que no sea mate no lo haga.
También es muy importante la mejora en la capacidad de la batería que pasa de los 44,8 Wh del modelo anterior a los 66 Wh del actual. Eso se nota como decíamos en el grosor del equipo, pero esa pequeña desventaja queda compensada con una autonomía que por fin cumple de verdad y permite a este equipo garantizar largas sesiones de trabajo sin problemas.
El uso del nuevo procesador Skylake Intel Core i7-6500U representa un salto considerable respecto al Intel Core M-5Y70 del anterior modelo, pero eso no se nota de forma aplastante en algunos de los benchmarks sintéticos que tratan de analizar las prestaciones del procesamiento "bruto" de este modelo. Donde sí se notan esas diferencias especialmente es en las pruebas del rendimiento gráfico, donde la GPU integrada (Intel HD Graphics 520) sí ofrece un rendimiento claramente superior.
Ese nuevo procesador obliga a una solución de refrigeración más potente, por supuesto, y aquí Lenovo no ha querido tener problemas y acude a dos ventiladores de 35 mm y a unas salidas de ventilación que están bien escondidas justo bajo la bisagra. Esa solución permite garantizar que el procesador mantendrá temperaturas adecuadas, aunque puede que en ocasiones de mucho esfuerzo nos aparezca el tradicional "bufido" que indica que esos ventiladores están trabajando al máximo, pero incluso en esos casos el ruido generado es más que aceptable.
La batería no decepciona
Todas esas especificaciones pueden no notarse tanto en esos benchmarks sintéticos, pero desde luego donde sí se notan es en el trabajo diario con un equipo que desde luego va sobrado para la mayoría de tareas convencionales. El Yoga 900 está basado en Windows 10, y este sistema operativo se comportó de forma perfecta sobre todo a la hora de aprovechar esa capacidad camaleónicade utilizar este equipo en diversos modos.
La resolución nativa es demasiado elevada para prácticamente cualquier usuario, lo que hace que en la mayoría de los casos sea mucho más recomendable utilizar el escalado de los elementos visuales y las tipografías en pantalla. Nosotros la situamos en un 125% y pudimos trabajar de forma óptima, pero es evidente que aquí es el usuario final el que decidirá para sentirse lo más cómodo posible.
Como decíamos anteriormente, la batería gana muchos enteros gracias a esa mayor capacidad, y en un uso estándar del equipo con el brillo medio y un uso bastante intensivo del navegador, un reproductor de música, la WiFi activada y la reproducción ocasional de vídeos el portátil superó las 8 horas de autonomía. Una cifra que puede no ser tan alta con la de otros equipos -aquí esa pantalla 1440p es un hándicap- pero que desde luego puede dejarnos mucho más tranquilos que la de anteriores modelos.
Teclado y un ratón: margen de mejora
Nos quejábamos en el análisis del Yoga Pro 3 el año pasado de la decisión de Lenovo de eliminar la fila superior de teclas de función, y aquí Lenovo parece haber decidido escuchar las críticas porque ahora contamos con esa fila de teclas de función en la que también existen accesos a funciones rápidas de reproducción de contenidos multimedia y algunas otras curiosas. Por ejemplo, en la tecla F4 encontramos un aspa que permite que cerremos la ventana activa tanto si usamos la combinación Alt+F4 como si pulsamos únicamente esa tecla.
En esa disposición hay una pega: la presencia nuevamente de la columna especial de teclas a la derecha en la que encontramos por ejemplo el aceso a la tecla Inicio o Fin. Esa disposición favorece algunos apartados -las teclas de cursor tienen el tamaño adecuado- pero perjudica la posición de la tecla Delete y, por supuesto, la de la tecla Intro.
Durante la redacción de textos nos equivocábamos a menudo al tratar de borrar algo y acabar pulsando la tecla Inicio, mientras que en lugar de la tecla Intro pulsábamos la "Ç" o las teclas de "Fin" y "RePág" de forma indistinta al tratar de "acertar" con la posición adecuda.
Acostumbrarse a esa disposición es cuestión de tiempo, desde luego, pero de primeras esa colocación no es tan natural como la de otros teclados aunque favorezca el tamaño global de algunas teclas. En nuestras sesiones logré rondar las 80 palabras por minuto en este teclado, mientras que en otros teclados a los que ya estoy acostumbrado (el del Dell XPS 13 o un Logitech K800) puedo alcanzar las 95-100 palabras por minuto.
El touchpad del Lenovo Yoga 900 es adecuado en cuanto a tamaño (90 x 60 mm) pero un panel táctil algo más grande hubiera sido de agradecer. Aún así su comportamiento con Windows 10 fue perfecto en nuestras pruebas, con buenos tiempos de respuesta, buen scroll en aplicaciones como Microsoft Edge y el tradicional soporte de gestos.
Lenovo Yoga 900, la opinión y nota de Xataka
Los portátiles convertibles siguen tratando de imponerse en el mercado, algo que ahora tiene más sentido que nunca debido a esa propuesta convergente de Windows 10 que teóricamente hará que las aplicaciones universales se adapten perfectamente a cada modo de uso de sus dispositivos.
Como en otros análisis de productos similares, lo cierto es que las ocasiones en las que esa capacidad de usar el Yoga 900 como tablet son escasas, y en un equipo con pantalla de 13,3 pulgadas aprovechar esta capacidad es más bien algo accesorio. Es una opción curiosa, sin duda, pero seguramente muchos usuarios agradecerían una variante de estos equipos que fuera un portátil puro con pantalla no táctil, algo que Dell sí ofrece en sus XPS 13 y que entre otras cosas abarata notablemente el coste final del producto.
Con todo y con eso, estos nuevos convertibles de Lenovo aciertan prácticamente en casi todo: la pantalla es fantástica, contamos con unas prestaciones notables y el diseño es sin duda también destacable gracias a esa bisagra tan peculiar. A eso se unen las importantes mejoras en autonomía que desde luego logran que este equipo pueda competir de tú a tú con otras propuestas del mercado.
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