Los dos líderes no se veían las caras desde octubre de 2014, aunque Benjamín Netanyahu intervino en marzo ante el Capitolio de Washington —sin visitar al presidente Barack Obama—, para abogar en contra de un pacto nuclear con Teherán.
Firmado en julio el acuerdo de las grandes potencias con Irán, el primer ministro de Israel acude este lunes a la Casa Blanca con el objetivo de intentar pasar la página de las desavenencias para que EE UU refuerce la defensa del Estado judío.
Antes de volar hacia la capital norteamericana, Netanyahu anticipó en Jerusalén que el encuentro con Obama servirá para “fortalecer la seguridad de Israel, en la que EE UU está comprometido, y mantener la ventaja comparativa [en materia de Defensa] de Israel en un Oriente Próximo cambiante”. El jefe del Gobierno israelí destacó la importancia de la reunión de Washington “para aclarar la continuación de la ayuda de EE UU a Israel en la próxima década”. Netanyahu: 'Hitler no quería exterminar a los judíos'
Ambos países suscribieron un acuerdo en 2007 por el que Washington se comprometió a financiar los gastos militares de Israel con 3.000 millones de dólares (2.8000 millones de euros) anuales, el equivalente a un 20% del presupuesto de Defensa israelí. Netanyahu plantea ahora renovar el programa en 2017, según la prensa israelí, para situarlo en un monto de 5.000 millones de dólares anuales.
Para garantiza su superioridad tecnológica frente a los países del Golfo que van recibir compensaciones militares tras el acuerdo nuclear con Irán, Israel quiere contar con aviones de combate F35 estadounidenses —los únicos que pueden burlar a los misiles antiaéreos S300 que Rusia va a suministrar a Irán—, de los que ya ha encargado 33 aparatos. Las Fuerzas Armadas israelíes también quieren equiparse con los V22 Osprey, híbridos de avión y helicóptero, para operaciones de comando, y con megabombas antibúnker de 13,5 toneladas, capaces de destruir instalaciones subterráneas.
El programa anual de ayuda para gastos militares no incluye la contribución estadounidense a los distintos sistemas antimisiles con los que cuenta o espera dotarse Israel. Se trata de la Cúpula de Hierro, frente a los cohetes disparados desde la franja desde Gaza y el sur de Líbano; la Honda de David, antimisiles de crucero, y los sistemas Arrow, para proyectiles balísticos de corte, medio y largo alcance. Una cuarta parte del programa estadounidense puede ser utilizada además por el Gobierno israelí en adquisiciones en su propia industria de armamento, que se sitúa entre los 10 primeros exportadores de armas del mundo.
Como contrapartida a su pedido de armas de última generación, Netanyahu aseguró el domingo que abordará con Obama medidas sobre “posibles progresos con los palestinos o al menos de estabilización de la situación con ellos”. La ola de violencia registrada el pasado octubre aún no se ha desvanecido. Un israelí murió u otros cinco resultaron heridos el domingo en tres atentados y un atacante palestino fue abatido a tiros por las fuerzas de seguridad.
El primer ministro israelí presentará en la Casa Blanca medidas apaciguadoras para reducir la tensión, como suprimir puestos de control para facilitar los movimientos palestinos, y de impulso a la economía, como la construcción de infraestructuras y viviendas en zonas de Cisjordania bajo control israelí. Las medidas también serán de aplicación a Gaza, según fuentes diplomáticas citadas por el diario Haaretz.
La Administración de Barack Obama ya dio a entender la semana pasada que descarta una reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos antes del final del mandato del presidente demócrata, en enero de 2017. Obama parece apostar por una alternativa realista para intentar obtener el compromiso de Netanyahu de mantener viva la solución de los dos Estados mediante el freno de la construcción de nuevos asentamientos. El primer ministro israelí, se inclina, según los analistas de la prensa hebrea, por aplicar una congelación de facto de la expansión de las colonias sin suscribir un declaración formal.
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