Una carta del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, fechada en Washington el pasado martes, puso en tela de juicio la imparcialidad del sistema electoral venezolano y ha dado una clara prueba del cambio en la correlación de fuerzas hemisféricas en torno a la autodenominada Revolución Bolivariana.
La misiva, dirigida a Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, fue de inmediato divulgada a través de los medios del organismo multilateral. En ella, Almagro responde a la negativa de la funcionaria venezolana a aceptar una misión de observadores internacionales para las venideras, y decisivas, elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
Almagro enumera en un largo alegato de 18 páginas las distorsiones que afectan al sistema electoral venezolano y lo ponen a jugar de manera casi automática en favor del Gobierno y de sus candidatos. En el texto, el secretario general de la OEA diagnostica que, en vísperas de los comicios legislativos, “no están dadas” las condiciones necesarias de “transparencia y justicia electoral”.
Repasa los deberes de las autoridades electorales ante Lucena, a la que recrimina en tono inusualmente duro su “posicionamiento político”: “Estaríamos faltando gravemente a nuestro trabajo si no tuviéramos en cuenta las condiciones en las que se desarrolla la campaña electoral en Venezuela respecto a las futuras elecciones legislativas”, dice Almagro a Lucena. “Es preocupante que del análisis de esas condiciones tengamos que concluir que hoy por hoy, las dificultades solamente alcanzan a la oposición”.
También pasa revista en el documento a la inhabilitación de candidatos opositores y a los casos judiciales levantados contra dirigentes como Leopoldo López, que inhiben la expresión de opiniones disidentes. Pero, además de la relación de esas circunstancias actuales, no deja de lado la referencia a rasgos estructurales del sistema electoralvenezolano con los que se perjudica a las opciones distintas a las oficialistas: el uso de recursos del Estado para apoyar a postulados del chavismo, la censura de la prensa independiente, el diseño de circunscripciones para maximizar desproporcionadamente el rendimiento del voto progubernamental, entre otros.
“Toda esta concatenación de eventos reviste una enorme gravedad en el funcionamiento del sistema democrático. No podemos mirar para otro lado, señora Lucena, ni usted ni yo”, concluye.
Almagro, un hombre de izquierdas como su antecesor en el cargo, el chileno José Miguel Insulza, se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay durante el Gobierno de José Pepe Mujica. Tanto con Mujica como con el dos veces y actual presidente, Tabaré Vásquez, el Uruguay del Frente Amplio ha sido un leal aliado político y socio comercial del chavismo.
Para evidenciar que la posición de Almagro no es un desvarío personal, este miércoles desde Montevideo el ministro de Economía uruguayo, Danilo Astori, calificó de “magnífica” y “muy equilibrada en defensa de los intereses de los ciudadanos de Venezuela” la carta de Almagro, aunque precisó que corresponde a la Cancillería expresar un apoyo oficial al documento.
El CNE y, en general, la hoja de parra electoral, ha sido por años la piedra angular del diseño político del régimen venezolano, que hizo de la incontestable popularidad de Hugo Chávez —comprobada en 18 elecciones, con una sola derrota— su mejor carta de presentación ante la comunidad internacional.
La única reacción del oficialismo, pasadas casi 24 horas desde la difusión de la carta, era la del presidente de la Asamblea Nacional y número dos del chavismo, Diosdado Cabello, quien durante un acto del partido oficialista en el estado de Miranda advirtió la noche del martes de que “hoy la institución más pervertida, corrompida y desprestigiada del mundo como es la OEA, en la voz de su secretario general, amenaza al pueblo de Venezuela”.
Por su parte Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD), recomendó a sus compatriotas la lectura de la carta. “Venimos de 16 años de desconocimiento, agresiones e insultos, y entonces la observación internacional, tal como lo plantea (…) la carta del secretario general de la OEA, Luis Almagro, es un elemento clave de las garantías que todos merecemos”.
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