Si alguien tiene dudas de que la represa de las Tres Gargantas en el río Yangtze, en China, responde más al prestigio nacional que al control de inundaciones y generación de energía, debería visitarla.
Un autobús turístico te lleva desde la arenosa ciudad de Yichang hasta la zona de la represa, recorriendo 40 kilómetros que incluyen varios puestos de control militar.
Luego unos carros eléctricos te transportan a través miradores donde puedes apreciar las impresionantes dimensiones de este proyecto, con enormes piezas de maquinaria desplegadas como artefactos históricos.
La guía turística informa sobre los récords mundiales establecidos por la represa, la mayoría de los cuales solo es de interés para fanáticos de la ingeniería hidráulica: "la más alta intensidad de colocación de concreto" o "los desagües con la más alta capacidad de descarga".
El que esta pragmática y realmente fea –aunque hercúlea- exuberancia de la ingeniería sea mercadeada como una atracción turística es bastante peculiar.
No obstante, guarda su lógica si recuerdas que la administración del agua ha sido central para los gobiernos chinos a lo largo de muchos milenios.
Tema de Estado
La preocupación por la gestión del agua se mantiene en estos días. La economía china muestra señales de estancamiento luego de un período de extraordinario crecimiento.
Y la escasez de agua podría crear serias inquietudes sobre las próximas décadas.
Las represas masivas podrían generar una parte importante de la energía que necesita la nación por vía hidroeléctrica, lo cual disminuye la contaminación y las plantas que utilizan carbón para operar.
La represa de las Tres Gargantas tiene una capacidad instalada de generación de 18.2 gigavatios, 10 veces la de la planta nuclear Daya Bay en Guangdong.
Por otra parte, los ríos de China están en una situación de fragilidad debido a la contaminación, los cambios climáticos, las múltiples represas y abuso de sus cuencas.
Se estima que el impacto ambiental le cuesta a China el equivalente al 10% de su Producto Interno Bruto, señala Elizabeth C. Economy en un libro sobre la materia. Y los problemas relacionados con agua han generado protestas de las comunidades que en algunos casos han sido violentas.
Ahora más que nunca el manejo de los ríos se ha convertido en un barómetro de la legitimidad política.
Símbolo político
La declaración que formuló el primer ministro Li Peng cuando la construcción de la represa fue aprobada en 1992 parece venir a confirmar que China considera la obra como una demostración del poderío político, económico y tecnológico del país.
"La represa de las Tres Gargantas le mostrará al resto del mundo que el pueblo chino tienen altas aspiraciones y la capacidad para construir exitosamente la represa y el proyecto de energía hidroeléctrica más grande del mundo", dijo.
Visto que el entusiasmo por la construcción de grandes represas ya iba en declive en el mundo para entonces, en parte debido a su impacto ambiental, era difícil imaginar que Li creyera que el mundo lo aplaudiría por esta decisión.
Sin embargo, la capacidad para el manejo del agua siempre ha sido vista como algo muy importante en China.
La represa no es solo un intento de resolver el problema de Yangtze, y la necesidad de energía limpia en esta nación.
Es también un testimonio de cómo la construcción por parte del sector público está entrelazada con la gestión de los ríos en China.
Gigantes de concreto
Los números de la represa marean: tiene 185 metros de altura, casi dos kilómetros de ancho, y su estructura contiene poco menos de 30 millones de metros cúbicos de concreto.
Provocó la inundación de 30.000 hectáreas de tierra apta para la agricultura, para crear una reserva de unos 80.000 kilómetros cuadrados.
La estructura ya es un ícono, como la Muralla China (e incluso es más visible desde el espacio).
¿Pero a qué costo?
Con la maquinaria del Estado impulsando el proyecto, los rumores de fallas han sido desdeñados con displicencia.
Algunos críticos advierten que la cantidad de sedimento acumulado incrementará los riesgos de inundaciones en la provincia de Sichuan.
También hay cuestionamientos sobre el daño a la ecología local, la resistencia de la represa a terremotos o por la situación de las comunidades que fueron desplazadas para la construcción de la obra.
Pero estos temas deben ser comprendidos en el contexto del legado histórico de los problemas de agua y la ingeniería hidráulica en China.
Agua = Poder
La Gran Inundación (vista en otras culturas como el diluvio universal) tiene un lugar especial en la mitología de este país, y fue resuelta mediante la transformación del suelo.
Un ministro llamado Yu fue asignado por los legendarios emperadores Yao y Shun para que cavara canales que permitieran drenar el agua hacia el mar, y así salvar a los habitantes y cultivos.
La idea de que las montañas pueden ser desplazadas, la población transportada y la geografía reordenada para controlar el cauce del agua, se convirtió desde entonces en la metodología china en materia de ingeniería hidráulica desde entonces.
El emperador que permitiera inundaciones se arriesgaba a perder el derecho a gobernar.
La represa de las Tres Gargantas cumple perfectamente con esta tradición. Los planes para su construcción datan de finales de la década de 1950, pero la convulsión política de la Revolución Cultural y el Gran Salto Adelante hicieron que fueran engavetados
Fue solo durante el período de Deng Xiaoping, con su política de reforma y apertura a finales de la década de los 1970, que se retomó el debate sobre la obra.
Potencia sub-utilizada
Un país como China, con abundantes ríos de rápido crecimiento y una inmensa necesidad de energía, sería poco sabio si no utilizara sus recursos naturales renovables para mantener su ritmo de crecimiento económico.
En teoría, es el país con más recursos hidroeléctricos en el mundo, con unos 380 gigavatios, equivalentes a miles de estaciones medianas de energía nuclear.
Sin embargo, solo explota un cuarto de esa capacidad.
Para tener una idea de lo que representa la represa de las Tres Gargantas, uno puede visitar Sanmenxia, infraestructura construida en la frontera entre las provincias de Henan y Shanxi.
El contraste entre ambas obras es notorio: no existe un aparataje propagandístico y de seguridad al recorrer Sanmenxia.
Esta fue la infraestructura más grande construida sobre el río Amarillo, responsable de proveerle agua a la zona norte del país, del cual depende la mitad del trigo y un tercio del maíz.
Alrededor de tres mil millones de personas pueblan sus orillas.
Este río también es un recuerdo de la tristeza ocasionada por la catastrófica inundación que en el pasado le quitó la vida a millones de personas.
Sanmenxia fue parte de la campaña de Mao por construir represas como una demostración de la lucha contra la fuerzas de la naturaleza.
Sin embargo, el cieno comenzó a acumularse en las paredes de la represa a un ritmo alarmante, y para 1962 la capacidad de la obra había descendido a la mitad.
En el 2004 uno de los ingenieros involucrados en la construcción de Sanmenxia admitió que dicha estructura había sido un error.
No obstante, se mantiene hoy en día haciendo su trabajo. "Cuando el río Amarillo está en paz, el país está en paz", dice un mensaje pintado en las paredes de la represa, con letras de seis metros de alto.
Conocimiento milenario
El objetivo de las represas no siempre se enmarcó en la lucha contra la naturaleza en China.
Estas dos construcciones lucen como burdas imposiciones al río si se les compara con los trabajos ancestrales realizados en Dujiangyan, en el río Min, en la provincia de Sichuan.
El fin que se perseguía en esta oportunidad era muy distinto: impedir que el Min irrigara la planicie de Chengdu.
La ingeniosa solución provino de Li Bing, quien dividió el río en dos, con un canal más pequeño que alimentaba una compleja red de zanjas. Fue tan exitoso que todavía se encuentra en uso.
El sistema de riego no solo fue exitoso y en armonía con la naturaleza, sino que se convirtió en una pieza clave en la conquista del estado de Shu (ahora Sichuan) por su vecino Qin.
Esta victoria permitió la primera unificación de China bajo el duro puño del despótico emperador Qin Shi Huangdi, cuyo legado incluye la construcción de los primeros segmentos de la Muralla China.
Los templos dedicados al dios de la ingeniería abundan a lo largo de la orilla del río Amarillo, y las personas todavía vienen a ofrecer sus respetos quemando incienso.
Son un recuerdo de que la apoteosis puede llegar como recompensa a todo aquel que muestre la habilidad de domar las aguas.
Fuente BBC
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